Título original: The Monster Club.
Duración: 104 min.
Dirigida por: Roy Ward Baker.
Reparto Actoral: Donald Pleasence, John Carradine, Vincent Price, Stuart Whitman, Lesley Dunlop, Britt Ekland, Richard Johnson, Barbara Kellerman, Simon Ward, Anthony Valentine.
País: Reino Unido.
Guión: Edward Abraham.
Música: John Georgiadis y Douglas Gamley.
Fotografía: Peter Jessop.
Fotografía: Peter Jessop.
Sinopsis:
El escritor Ronald Chetwynd-Hayes sirve de alimento a Eramus, un vampiro en horas bajas. Para agradecerle el detalle, el chupasangres le invita a un selecto club habitado por una pandilla de monstruos en el que podrá escuchar la mejor música de la época. Allí, en mitad del bullicio, Eramus aprovechará la ocasión a su vez para contarle a Ronald algunos de los secretos y entresijos de los monstruos con tres historias de terror.
Crítica:
Entrañable. Palabra que ha perdido su significado por la sobreutilización; sin embargo, es una palabra que tiene su encanto. A mí me gustan las cosas entrañables; no tienen que ser necesariamente melindrosas, igual que lo frío no va siempre con lo calculador. Me gusta ponerme tierno, en fin. "The Monster Club" es entrañable, una mezcla de aquellas películas de episodios terroríficos de la productora Amicus, tan rematadamente inglesas ellas.
La cosa es bien sencilla. Vincent Price es un vampiro que asalta por la calle al diríase centenario John Carradine, un escritor de relatos de terror. Price se lo lleva al Monster Club, que es pub de esparcimiento de monstruitos varios, la mayoría con máscaras de la tienda de disfraces donde las compran los vagos en carnaval. Allí le cuenta tres historietas, de un encanto negro, infantil, y de anécdota siniestra.
La primera es de un hombrecillo maldito que vive solo en su mansión, un Shamdack dicen, y cuando se cabrea, sin querer porque es un buenazo, emite un silbido cochambroso y letal. La segunda, con Donald Pleasance, trata sobre una familia de vampiros que se verán acosadas por unos cazadores, en este relato prima el humor negro y su final es el más optimista de los tres. Y la tercera es de un productor buscando localizaciones que acaba en un pueblo de resonancias lovecraftianas, con seres que le quieren hacer todo lo malo y se asustan de las cruces.
Entre medias, además de las conversaciones entre los dos vejestorios, están insertadas canciones enteras de las bandas new wave típicas de la época que están tocando en el bar de turno. En una de esas tiene lugar el gran momento del filme: un striptease integral, tan integral que, por medio de una transición de imagen real a animación tan sencilla como efectiva, la fresca de turno se quita hasta la piel y baila en huesos. Como apunte final, decir que es la única película en la que Vincent Price, a pesar de su dilatada experiencia en el género del horror, que interpreta a un vampiro.
La cosa es bien sencilla. Vincent Price es un vampiro que asalta por la calle al diríase centenario John Carradine, un escritor de relatos de terror. Price se lo lleva al Monster Club, que es pub de esparcimiento de monstruitos varios, la mayoría con máscaras de la tienda de disfraces donde las compran los vagos en carnaval. Allí le cuenta tres historietas, de un encanto negro, infantil, y de anécdota siniestra.
La primera es de un hombrecillo maldito que vive solo en su mansión, un Shamdack dicen, y cuando se cabrea, sin querer porque es un buenazo, emite un silbido cochambroso y letal. La segunda, con Donald Pleasance, trata sobre una familia de vampiros que se verán acosadas por unos cazadores, en este relato prima el humor negro y su final es el más optimista de los tres. Y la tercera es de un productor buscando localizaciones que acaba en un pueblo de resonancias lovecraftianas, con seres que le quieren hacer todo lo malo y se asustan de las cruces.
Entre medias, además de las conversaciones entre los dos vejestorios, están insertadas canciones enteras de las bandas new wave típicas de la época que están tocando en el bar de turno. En una de esas tiene lugar el gran momento del filme: un striptease integral, tan integral que, por medio de una transición de imagen real a animación tan sencilla como efectiva, la fresca de turno se quita hasta la piel y baila en huesos. Como apunte final, decir que es la única película en la que Vincent Price, a pesar de su dilatada experiencia en el género del horror, que interpreta a un vampiro.
Fuentes:
http://truequemental.blogspot.com/2007/12/el-club-de-los-monstruos.html
https://efilm.biblioguada.com/es/guadalajara/info-peli/el-club-de-los-monstruos
https://bifante.wordpress.com/2011/12/29/monsters-club-the-1980-el-club-de-los-monstruos/
https://rapacesnocturnas.wordpress.com/2017/10/23/the-monster-club-1980/
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